Helen Wendler: Agradecimientos - The New York Times

Fue crÃtico de poesÃa para publicaciones tan serias y no profesionales como New York Review of Books, The Atlantic y The New Yorker, y escribÃa con una autoridad tan tranquila y severa que era inevitable cierto resentimiento. . A pesar de la amplitud de sus conocimientos, su gusto puede parecer limitado y su entusiasmo es una especie de puerta amiga a las instituciones.
Estableció las reglas de la poesÃa lÃrica inglesa basadas en sentimientos fuertes, transmitidos desde Shakespeare y George Herbert (sobre ambos, escribió libros), pasando por los románticos hasta contemporáneos como Yeats, Auden y, sobre todo, Wallace Stevens. Muchos de los poetas contemporáneos que admiraba, como Merrill y Robert Lowell, podrÃan asimilarse a este linaje. Sospechaba de enfoques más experimentales o de vanguardia y dudaba de que la poesÃa fuera polÃtica o demasiado personal. Su crÃtica evitó los saltos teóricos y las grandes declaraciones culturales que impulsan el discurso literario dentro y fuera de la academia.
Pero vale la pena enojarse por la poesÃa, sea cual sea su valor, y no es culpa de Wendler que fuera un lector de poesÃa más duro, mejor leÃdo y, en última instancia, más generoso que la mayorÃa de los crÃticos. (Incluyendo: Las primeras reseñas que publiqué fueron de dos de sus libros; recuerdo que me sorprendÃ, me impacienté y finalmente lo superé).
Todo eso lo es mucho menos ahora. En una reseña de los sonetos de Lowell de finales de los años 1960 y principios de los 70, Wendler escribió: "Los temas de estos poemas, como todas las demás criaturas de la naturaleza consumidas por el tiempo, perecerán, pero la marca indeleble de sus sentimientos permanecerá en sus sentidos únicos". ". Ésta es la verdad de su propia crÃtica, que continúa más allá de los poemas que le interesaban y ofrece a los futuros lectores un camino de regreso a ellos.
Y también el fundamento de su fe inagotable en una forma de arte que siempre ha sido difamada, ignorada e incomprendida. Una breve descripción de esta creencia proviene de Wallace Stevens, el poeta que Wendler amaba y sobre el que mejor escribió. Sospecho que no le importarÃa tener la última palabra.
La poesÃa restaura la vida para que podamos compartirla.
Por un momento, la primera idea... Es satisfactoria.
Fe en comienzos perfectosSomos enviados por voluntad inconsciente.
Hasta el final perfecto.
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